La Guardia Civil salvó la vida en 2004 a los etarras Pablo Montoya Galar y Ander Arrillaga Montejo que sufrieron un accidente cerca del pico Mulhacén.
Eran las 13:30 horas del 28 de noviembre de 2004. Los montañeros vascos Pablo Montoya y Ander Arillaga acaban de sufrir un accidente durante la escalada a la cara norte del pico Mulhacén en Sierra Nevada (Granada). En su ayuda acuden siete agentes del Servicio de Montaña de la Guardia Civil (Sereim). El temporal hace imposible la evacuación por helicóptero de los heridos. Es entonces cuando los agentes deciden pasar la noche con ellos en un refugio donde curan sus heridas, les facilitan comida y les dan calor con sus cuerpos. En definitiva: salvan sus vidas. En ese momento, desconocen que los dos heridos tienen causas abiertas por presunta colaboración con la banda criminal ETA.
El último fin de semana del mes de noviembre de 2004, Pablo Montoya Galar, nacido el 28 de marzo de 1978 en Pamplona y Ander Arrillaga Montejo, natural de Portugalete (Vizcaya), practicaban la escalada en nieve en uno de los lugares más grandiosos del Parque Natural de Sierra Nevada: las Chorreras de la Mosca (sobre la laguna del mismo nombre) justo en la cara norte del pico Mulhacén.
De repente, un accidente inesperado tuerce el rumbo de la cordada y Montoya Galar se precipitapor una placa de hielo de más de 200 metros de longitud. Su compañero, Arrillaga Montejo, también sufre las consecuencias del infortunio pero logra comunicarse con la centralita del 061 de la Guardia Civil. Informa del percance y del estado de salud de su compañero: se ha fracturado varios huesos. A partir de ese momento se organiza la operación de rescate: siete agentes del Sereim (Servicio de Rescate e Intervención en Montaña de la Guardia Civil) se pertrechan con todo su equipo y salen en su búsqueda. Llegar hasta el lugar donde se encuentran los heridos es toda una odisea; la zona es muy escarpada y está repleta de tajos y pistas de hielo. Aún así, la Guardia Civil toma contacto físico con los dos montañeros vascos y comprueba su estado de salud: Pablo Montoya (el más afectado) presenta fractura de clavícula y graves heridas en rodillas, manos y cabeza. Sin embargo, Arrillaga tiene buen aspecto: solo presenta magulladuras consecuencia de la caída.
Se intenta en primer lugar la evacuación aérea de los heridos. Es imposible. Un helicóptero del servicio de emergencias del 061 lo intenta, pero el temporal de viento y nieve lo hace inviable. Es entonces cuando se opta por el plan B: pasar la noche en un refugio y esperar que el nuevo día haga realizable el traslado de los accidentados.
A continuación, los guardias civiles inmovilizan a Pablo Montoya y ponen rumbo hacia un refugio de pastores conocido como “la cueva secreta”, un paraje natural habilitado con corrales para el ganado y situado a 1750 metros de altitud. Cuando llegan a la cueva son más de las 9 de la noche y la oscuridad es absoluta. La temperatura ha descendido a los 10 grados bajo cero. El peligro de congelación es inminente. Lo único que se puede hacer es esperar a la mañana, combatir el frío y atender a los heridos. Es lo que hicieron: dar calor con sus cuerpos a los montañeros fracturados, facilitarles comida y charlar de lo divino y de lo humano. Durmieron muy poco.
Al despertar el día el helicóptero apareció antes de las nueve de la mañana, trasladando a los dos heridos hasta un Hospital en Granada. Allí se confirmaron las lesiones y los síntomas de congelación. Los guardias civiles rellenaron los partes y consignaron los nombres y datos personales de los rescatados. Es entonces cuando, revisando el Registro de la Benemérita, se dan cuenta del tipo de sujetos a los que han salvado la vida: Pablo Montoya está acusado de pertenencia a ETA al formar parte de grupos dedicados a la kale borroka desde el año 1994, Ander Arrillaga también estaba acusado de pertenencia a los grupos “Y” dedicados al terrorismo callejero. En sus detenciones, ambos habían denunciado todo tipo de torturas por parte de la Guardia Civil y la Policía.
El 31 de mayo de 2007 la Audiencia Nacional condenó a siete años de prisión aJuan Pablo Montoya Galar por intervenir en, al menos, 22 acciones de terrorismo callejero entre 1994 y 1997. Mientras que Ander Arrillaga, quien había sido condenado por la Audiencia Nacional a 22 años de prisión por herir de gravedad a dos ertzainas cuando los atacó con cócteles molotov, fue absuelto por el Supremo en 2006, al estimar que no había suficientes pruebas contra él.
Cuentan los guardias civiles que participaron en el rescate, que al ser evacuados los montañeros etarras lo único que recibieron de ellos fue el agradecimiento manifestado de forma efusiva: “¡Gracias, gracias por todo, sois unos tíos cojonudos!”
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