La falta de un modelo constitucional autonómico y
el hecho de que la descentralización de España se haya hecho para
contentar a los nacionalistas y a impulsos electorales de los barones
territoriales de los partidos políticos han
dado lugar a que resulte un Estado autonómico en el que proliferan
las duplicidades o triplicidades, las redundancias y los excesos
administrativos, porque se ha generalizado una mentalidad
“autonómica” que consiste en asumir la mayor cantidad posible de
competencias, porque a más competencias mayor poder, aunque sea
necesario endeudarse para ejercer competencias adicionales.
Los políticos gobernantes de las entidades
políticas territoriales, comunidades autónomas o ayuntamientos han
procurado obtener la mayor cantidad posible de competencias, sin
tener en cuenta si ello beneficiaba o no a los ciudadanos y tampoco
si podían ejercerlas eficientemente, dados sus recursos disponibles.
Finalmente las CCAA se han convertido en voraces mini-Estados que han
intentado dotarse de una administración cuasi-estatal,
desproporcionada y despilfarradora, en la que abundan las
duplicidades.
La concurrencia de administraciones superpuestas
(estatal, autonómica, provincial y municipal) es causa de numerosas
duplicidades y redundancias. El sistema autonómico existente sufre
de falta de coordinación efectiva, que produce duplicidades en la
actuación y en su coste, pues han multiplicado por 17 los órganos y
entidades de la Administración: 17 Parlamentos, 17 Gobiernos
autonómicos, 17 Defensores del Pueblo, 17 Tribunales de Cuentas, 17
Agencias de Protección de Datos, 17 Institutos Meteorológicos, 17
Institutos de Estadística, 17 TVs públicas (algunas de ellas con
varios canales) y, en fin, 17 de todo, como un verdadero semi-Estado
que se precie. ¡Ah!, y miles de empresas públicas y entes
autonómicos; así como órganos representativos para mejorar las
relaciones “internacionales”: embajadas y oficinas comerciales y
de turismo en el extranjero, amén de oficinas de representación en
Madrid y en otras capitales españolas. En 1999, el Gobierno vasco
contaba con una única oficina en el exterior (Bruselas). Hoy en día,
su red cuenta con ocho embajadas. En los últimos nueve años el País
Vasco ha destinado 27,6 millones de euros a esta política. Lo mismo
ocurre también en Cataluña, que cuenta con delegaciones en
Alemania, Reino Unido, Nueva York y Francia, para lo que se han
destinado, en 2009, 25,9 millones de euros.
Actualmente el grado de descentralización del
gasto público en las ruinosas CCAA es mayor en España que en
cualquier Estado federal. UPyD estima en 40.000 millones de euros el
despilfarro existente como “gasto excesivo”, por la existencia de
duplicidades y redundancias. Por mi parte, yo creo que esa estimación
se queda corta, y que la verdadera cifra de gasto innecesario por
duplicidades sería de unos 50.000 millones. En todo caso, dicha
cifra es muy considerable, teniendo en cuenta que, en 2011, las CCAA
costaron 86.333 millones de euros, solo en personal y gastos
corrientes.
Además, hay que tener en cuenta que, en marzo de
2011, los empleados públicos en las CCAA eran 1.748.160, y que de
ellos, solo algo menos de la mitad de esa cifra se explica por el
traspaso de competencias. En dos años, en plena crisis económica,
el empleo público en las Autonomías —que ha favorecido
principalmente a militantes de los partidos y a otros enchufados—
ha aumentado en 415.316 personas; en enero de 2009, los empleados
públicos sólo eran 1.332.844. Ese aumento se debe a que las
administraciones autonómicas han seguido creciendo en ese periodo
para poder ocuparse bien de las duplicidades y de las redundancias
existentes.
Ante estas cifras un observador extranjero,
desconocedor de nuestro singular Estado de las Autonomías, deduciría
que en España somos muy ricos, a la vista del aumento de empleados
públicos y del coste de las lujosas CCAA, por gastos públicos
necesarios y por duplicidades y redundancias. Pues ¡nada de eso! Lo
que ocurre es que, los gobernantes autonómicos, si no hay
consignación presupuestaria para un gasto importante para ellos,
acuden inmediatamente a la deuda pública. Efectivamente, la pésima
e irresponsable costumbre del endeudamiento se da tanto en las
Comunidades gobernadas por el PSOE, como en las del PP y en la
nacionalista Cataluña. Todos los partidos políticos tienen el mismo
vicio: gastar por encima de lo presupuestado y de las posibilidades.
¡Si al menos lo gastaran bien! Pero, ¡no!: las cuentas de las
CC.AA. son escandalosas porque, muchas veces, muestran inútiles
despilfarros. ¡Claro!, parece que el dinero que gastan no es de
nadie, ni siquiera de los contribuyentes.
El problema es de base. Las
CCAA llevan años presupuestando por debajo de lo que gastan en la
Sanidad —entre un 15 a 20% menos, según los expertos— y esa
diferencia continúa acumulándose. La Infra-financiación es el
principal problema que aducen la mayoría de las comunidades cuando
se les menciona la deuda. Lo que no dicen es que esa
Infra-financiación se debe a que la prestación de servicios
sanitarios es, por economías de escala, por lo menos un 20 % más
caro si lo gestionan 17 CCAA que si lo hace directamente la
administración del Estado.
Por ello, como demostraron S. Alcelay e Y. Gómez,
en un artículo publicado en ABC el 2 de abril de 2012, “las
Autonomías han doblado el gasto en Sanidad y educación en diez
años”. Desde luego, ello no se debe a que han duplicado los
servicios sanitarios en diez años, sino al mayor coste de la Sanidad
y de la Educación, si la prestan 17 CCAA en vez del Estado, y
también a la existencia de duplicidades y redundancias.
En definitiva, lo que resulta indudable es que
nuestro modelo autonómico es muy ruinoso para los ciudadanos, que
sufren los recortes sociales, los copagos y los aumentos de impuestos
que son necesarios para reducir la asfixia financiera de las CCAA,
que ellas mismas han provocado con sus despilfarros, sus duplicidades
y su excesivo endeudamiento.
Pero, ¿existe alguna manera de eliminar las
duplicidades Estado-CCAA? Por supuesto que sí; hay varias formas de
eliminarlas. La primera, tan obvia como radical, es eliminar las
Autonomías, aunque ello tropieza con dos obstáculos enormes: uno,
porque la autonomía territorial es un derecho reconocido en la
Constitución española y para eliminarla es preciso modificar
profundamente la Constitución; otro, porque los partidos
mayoritarios y los nacionalistas prefieren mantener las actuales CCAA
en vez de refundar el Estado, ya que las Autonomías son una fuente
de poder y de puestos de trabajo para la clase política y para los
militantes de los partidos políticos. En efecto, las CCAA mantienen
a legiones de políticos y de enchufados.
Para eliminar las costosas duplicidades
Estado-CCAA hay que proceder por fases. Lo más urgente es revisar la
distribución de competencias entre el Estado y las CCAA, porque
aunque el modelo previsto en los artículos 148 y 149 de la CE es
asumible, la aplicación abusiva de lo previsto en el artículo
150.2, referente a la posibilidad de transferir a las comunidades
autónomas facultades de competencia exclusiva
del Estado, ha vaciado la
Administración del Estado, que actualmente realiza sólo el 21 % del
gasto público, por lo que se ha convertido en una administración
residual. Por lo tanto, el Estado debe reasumir las competencias
exclusivas que le corresponden constitucionalmente, evitando la
mayoría de las duplicidades y redundancias existentes. Todos los
españoles, independientemente del lugar en que habiten, deben
obtener los servicios sociales con un nivel de calidad similar, pero
ya sabemos que ciertas comunidades autónomas, como Cataluña,
aplican prioritariamente los recortes presupuestarios a la Sanidad y
a otros servicios sociales en lugar de hacerlo en asuntos
identitarios y en “adelgazar” la administración y las empresas
públicas.
Además, es indispensable la aprobación de leyes
orgánicas que normalicen las autonomías territoriales en un nivel
semejante, para que todos los territorios autónomos establezcan
techos competenciales.
Antes o después,
deberemos entrar en razón y, sea para lograr el bien común o por
imposición de Europa —tal vez tras una intervención o rescate de
España— ante la insostenibilidad económica del “café para
todos”, tendremos que conformarnos con el “café para unos pocos”
o, incluso, con ningún café para ninguna comunidad territorial. En
todo caso, el “café” autonómico
debe ser no atractivo. Y el café se
conseguirá cuando sea verdaderamente autofinanciable, es decir, solo
con los impuestos de los habitantes de cada territorio autónomo, en
vez de ser financiado por el Estado; o sea, por el resto de los
españoles, como ahora. ¡Ah!, y cuando digo autofinanciación de la
autonomía, quiero decir que sea suficiente para pagar también las
amortizaciones y los intereses de la deuda pública de cada comunidad
autónoma. Y el “café” se conseguirá asimismo cuando las
competencias autonómicas sean pocas, tasadas y no ampliables con
transferencias de competencias exclusivas del Estado. En
fin, el “café” autonómico será amargo si deja de ser el chollo
que es actualmente para los nacionalistas, incluso electoralmente, y
pasa a ser un mal negocio. Y, por
supuesto, a la comunidad territorial que no le guste esa autonomía,
siempre podrá renunciar a ella, para ser igual que las otras
comunidades de régimen común. ¡Se trata de dejar de privilegiar
las Autonomías!
Por supuesto, los partidos mayoritarios y los
nacionalistas persistirán en su actitud de no modificar las
Autonomías, aunque saben que conllevan costosas duplicidades y
ruinosos despilfarros. ¿Qué podemos hacer entonces los ciudadanos
para que PP y PSOE se avengan a eliminar las duplicidades
Estado-CCAA, y a reformar profundamente las Autonomías? Pues
sencillamente luchar democráticamente contra ellos hasta que cambien
de actitud sobre este asunto, lo que exige llevar a cabo, entre otras
cosas, lo siguiente:
- Influir en la opinión pública mediante campañas para que sean conscientes de que deben desaparecer esas costosas duplicidades, reformando el Estado de las Autonomías.
- Pedir la celebración de un Referéndum sobre duplicidades Estado-CCAA.
- Exigir la devolución al Estado de las competencias de Sanidad, Educación y Justicia, así como de otras que se estimen convenientes para evitar duplicidades y redundancias.
¡Madrugador! :))
ResponderEliminarA quién madruga dios le ayuda.
EliminarYa lo he puesto en Facebook, en Google+ y en Twitter.
Es importante que tenga la máxima difusión posible.
Un beso.
Yo voy a poner la carta abierta de Ortega Lara, Vidal Quadra y demás en WordPress a ver si entre unos y otros....
ResponderEliminarSaluditos.
Hoy voy a ponerla en el blog para que tenga la mayor difusión posible.
EliminarSaludos.
YO también lo he reproducido, eso si, como de costumbre, no he podido meter el "avatar" de arriba pues ni lo se generar y ni siquiera me lo puedo bajar usando el "guardar como..".
ResponderEliminarAsí que me he hecho un montaje un poco a mi manera.
Cuando te vuelva a pasar me lo comunicas para enviarte el código.
EliminarSaludos.
Todo el mundo habla de la duplicidad y el despilfarro y nadie habla de la necesidad imperiosa de terminar con el estado de las autonomias porque es el virus que ha destruido España.
ResponderEliminarNo solo ha destruido la economia, ha destruido el entramado social y la unidad nacional, los españoles no tienen donde refugiarse, no tienen argumentos para hacer frente al destrozo, no son españoles, son extremeños, vascos, cantabros o murcianos, NO españoles
O se mira lo que sucede en conjunto o no se tiene idea del proceso que esta teniendo lugar y que nos ha llevado a la ruina
http://lapoliticadegeppetto.blogspot.com.es
Esa ha sido la campaña anterior de la Red de Blogs comprometidos y tuvo una gran aceptación. El problema es que las decisiones las tienen que tomar los políticos y nunca lo harán porque les va muy bien así.
EliminarEn España desde hace mucho tiempo los políticos van por un lado y la ciudadanía por otro.
Saludos.
Me ha parecido perfecta la exposición de Joaquín Javaloys y quiero felicitarle públicamente por ello.
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